El 30 de junio de 2020, el Centro Adrienne Arsht para América Latina del Atlantic Council (AALAC), en colaboración con el Laboratorio de Investigación Forense Digital (DFRLab, por sus siglas en inglés), Transparencia Venezuela y la Universidad de Navarra, realizaron el evento “El dilema electoral y la desinformación en Venezuela”. La discusión se centró en un análisis sobre operaciones de manipulación en redes sociales dentro del contexto de crisis humanitaria compleja que vive Venezuela y sus posibles repercusiones en eventuales elecciones parlamentarias. Este evento se realizó como parte de la iniciativa del Atlantic Council #AlertaVenezuela, cuyo objetivo principal es identificar, exponer y explicar la desinformación en Venezuela. 

El evento fue moderado por Diego Area, director asociado de AALAC. Contó con la presencia de la directora ejecutiva de Transparencia Venezuela, Mercedes de Freitas; la profesora y consultora, Carmen Beatriz Fernández; el profesor y vicedecano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, Jordi Rodríguez-Virgili y el investigador del DFRLab Daniel Suarez Pérez.

Area inició la conversación resumiendo las más recientes acciones del régimen de Nicolás Maduro para realizar elecciones parlamentarias a finales de 2020. Para ello, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) designó inconstitucionalmente una nueva junta directiva para el Consejo Nacional Electoral (CNE) y  ordenó la intervención de los dos partidos opositores con mayor cantidad de diputados en la Asamblea Nacional. Aunado a esto, Maduro expulsó a la representante diplomática de la Unión Europea (UE) en Caracas, erosionando aún más la posibilidad de mediación y observación del bloque regional ante eventuales comicios. En respuesta a estas acciones, la Organización de Estados Americanos (OEA), a través de su Consejo Permanente, rechazó las acciones del TSJ en contra de los partidos políticos opositores y la designación del nuevo CNE, condenando la realización de cualquier elección tutelada por estas instituciones. Estas son las condiciones en las que el régimen de Maduro pretende imponer elecciones parlamentarias al vencer el periodo constitucional de la actual Asamblea Nacional. 

Las prácticas abusivas y autoritarias no se restringen al control de las instituciones del Estado venezolano, también tienen lugar en redes sociales y medios de comunicación. El régimen combina prácticas de censura y desinformación para mantenerse en el poder.  Por ello, Area preguntó a Daniel Suarez sobre la aplicación de ese control en entornos digitales y cómo estas tácticas afianzan las prácticas autoritarias de Maduro. Suarez afirmó, con base en las investigaciones realizadas, que hay tres públicos fundamentales en las redes venezolanas: quienes siguen a Maduro, quienes se le oponen y los grupos extranjeros que influyen en conversaciones dentro de Venezuela. El investigador ha identificado que el régimen ha utilizado los mismos bots para influir en las distintas audiencias, por ejemplo, las cuentas que apoyan las narrativas oficialistas también atacan a Juan Guaidó y apoyan al parlamentario Luis Parra. Sobre los grupos internacionales, Suarez detalló que existen cuentas asociadas al gobierno cubano que influyen en la conversación en Venezuela, promueven hashtags favorables a los regímenes de ambos países y también atacan a los Estados Unidos. Adicionalmente, otros medios en otras plataformas, como Sputnik y RT, sirven como cajas de resonancia para las narrativas promovidas en redes sociales. Estas plataformas, permiten a Rusia ejercer influencia en la conversación, no solo en Venezuela y Cuba, promoviendo narrativas antiestadounidenses a través de Latinoamérica. Suarez también indicó que otros países como China e Irán tienen influencia en la conversación digital en Venezuela, con prácticas similares a las descritas. 

De acuerdo al reciente reporte de la Universidad de Navarra y Transparencia Venezuela “El fenómeno de la desinformación digital”, los medios tradicionales como la televisión y la radio siguen siendo las fuentes predominantes de consumo de información para la mayoría (38,7 por ciento) seguido por redes sociales (25,3 por ciento), así lo aseveró la profesora Carmen Beatriz Fernández. Sin embargo, la desinformación no es un fenómeno exclusivo del espacio digital. Por el contrario, indicó que las poblaciones más vulnerables son aquellas con menor nivel educativo y mayor dependencia de medios analógicos.  Adicionalmente, identificó la autodefinición política como una variable que incide significativamente en cuáles medios prefiere cada ciudadano: 51,4 por ciento de los oficialistas se informan a través de noticieros o programas de televisión, considerablemente más que 26,3 por ciento de los opositores que acuden a esta fuente. Análogamente, las redes sociales son la fuente principal de información para 39,0 por ciento de los opositores y solo para 14,7 por ciento de los oficialistas.  Estas características han sido explotadas por el régimen para atacar a cada audiencia de manera diferenciada, combinando prácticas de censura y desinformación en cada plataforma. 

El entorno de la información en Venezuela no solo está marcado por la promoción de narrativas falsas o engañosas por parte de distintos actores. El régimen de Maduro ha aplicado una política sostenida de persecución y hostigamiento a comunicadores, la cual se ha agudizado durante la pandemia. Sobre este punto, Mercedes de Freitas comentó que desde el inicio del confinamiento más de 840 personas han sido detenidas en el país, incluyendo 22 periodistas. Amenazas en contra de los comunicadores y sus familiares son frecuentes. De Freitas añadió que al ser un año electoral se debe prever la agudización de la persecución oficial, que se extiende también a miembros de la sociedad civil que abogan por mayor transparencia en la administración pública y combaten prácticas de opacidad. 

Así como la desinformación no se restringe a las redes sociales, éste tampoco es un fenómeno que nació con ellas. Para el profesor Rodríguez-Virgili los bulos y rumores son tan viejos como la política misma. Sin embargo, en 2016 se expuso este fenómeno en la esfera digital tanto en las elecciones de Estados Unidos, como en el referéndum del Brexit, viéndose potenciado por la disrupción tecnológica generada por las redes y la crisis de los medios de comunicación tradicionales. Adicionalmente, el académico indica que hoy se vive en la “era de la posverdad” donde los hechos tienden a tener menor valor que las preconcepciones y emociones de los individuos. Este fenómeno se ve potenciado por el uso de algoritmos en medios digitales, agrupando a las audiencias cada vez más entre quienes comparten emociones y opiniones afines y aislándolas de narrativas contrarias a las de ellas. Estos elementos redundan en mayor polarización y la erosión progresiva del dialogo ciudadano.

En sus comentarios de cierre, Area recalcó la importancia de entender la naturaleza autoritaria del régimen, sobre todo ante una posible convocatoria de elecciones. Sobre esto, los venezolanos y ciudadanos de otros países tienen la responsabilidad de identificar abusos y amenazas a los valores democráticos, así como promover la libertad de Venezuela y el derecho de sus ciudadanos a vivir en democracia.