Buscando la adhesión de México
La presidencia de Donald J. Trump ha puesto en duda la suposición de que la OTAN podía contar con el apoyo del comandante en jefe estadounidense. El desafío que Trump plantea a la ortodoxia en torno a la Alianza es en parte personal, en parte político, y en parte reflejo del cambio de actitud de la opinión pública estadounidense sobre la política exterior y de defensa. También resuena, en el fondo, si no en el estilo, con aspectos de las presidencias de Barack Obama y George W. Bush, en las que la OTAN se consideraba a veces una carga que había que mantener en lugar de un activo que operar.
Si bien esta realidad podría considerarse circunstancial para cada administración, el cuestionamiento de la centralidad de la OTAN para los intereses de seguridad de los Estados Unidos debería considerarse como una tendencia con fundamentos estructurales subyacentes vinculados al sentimiento público. El desapego progresivo de los Estados Unidos de la OTAN podría dar lugar a una repentina desvinculación de la Alianza, una situación a la que la OTAN no podría sobrevivir y que, según múltiples testimonios, estuvo a punto de producirse durante la Cumbre de la OTAN en Bruselas de 2018.1 Julia E. Barnes y Helene Cooper, “Trump Discussed Pulling U.S. From NATO, Aides Say Amid New Concerns Over Russia,” en The New York Times, 14 de enero de 2019, https://www.nytimes.com/2019/01/. Para los europeos, que consideran que las garantías de seguridad de Estados Unidos son fundamentales para su soberanía, y para aquellos en los Estados Unidos que creen que el sistema de alianzas de Estados Unidos es la condición sine qua non de su poder e influencia a nivel mundial, existe una confluencia urgente de propósitos para reavivar el compromiso fundamental de Washington con la OTAN.
El ingreso hipotético de México en la OTAN puede ser un ingrediente necesario para que los Estados Unidos siga invirtiendo en la seguridad europea a largo plazo.2Si bien el Artículo 10 del Tratado de Washington limita la pertenencia a la OTAN a las naciones europeas, esto puede superarse, con el respaldo de los miembros de la Alianza mediante los protocolos de adhesión que se han utilizado de forma habitual en la historia de la OTAN para modificar el tratado o hacer las excepciones necesarias. Desde el punto de vista geográfico, México es tan equidistante de la zona del Atlántico Norte como Turquía, miembro de la Alianza desde hace mucho tiempo, mientras que una parte importante del territorio mexicano se encuentra por encima del Trópico de Cáncer, la línea de demarcación sur del territorio del Atlántico Norte en el Tratado de Washington. Esta sugerencia se hace teniendo en cuenta la realidad de que el poder económico3Según nuestros propios cálculos, utilizando datos del Fondo Monetario Internacional y la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio de EE. UU., California, Texas y Arizona en combinación son la tercera economía más grande del mundo por PIB. y político4Kristen Bialik, “For the Fifth Time in a Row, the New Congress is the Most Racially and Ethnically Diverse Ever,” Pew Research Center, 8 de febrero de 2019, https://www.pewresearch.org/fact-tank/2019/02/08/for-the-fifth-time-in-a-row-the-new-congress-is-the-most-racially-and-ethnically-diverse-ever/. de los Estados Unidos se está desplazando hacia lugares y poblaciones con menos vínculos tradicionales con Europa, de modo que resulta imperativo ampliar el atractivo de la OTAN para un público estadounidense cada vez más diverso.
Argumentos a favor de diversificar el apoyo público estadounidense a la OTAN
La idea de que México es clave para mantener el compromiso de Estados Unidos con una Alianza cuya principal misión es disuadir la agresión rusa en Europa es, sin duda, contraintuitiva. De igual forma se requiere una evaluación del por qué ésta sería una opción atractiva para México y de lo que México aportaría a la Alianza en términos prácticos; hay argumentos convincentes, mas no concluyentes, sobre ambos aspectos.
Nuestro planteamiento parte de la premisa de que la OTAN es fundamental para el liderazgo mundial de los Estados Unidos, de modo que hacerla relevante para las comunidades emergentes en los Estados Unidos resulta obligatorio si la Alianza quiere ganarse su lealtad política. De igual manera supone que mantener el apoyo a la OTAN debe ser algo más que un ejercicio de diplomacia pública, aunque éste sea un elemento necesario. Por el contrario, garantizar el apoyo de la opinión pública estadounidense a la Alianza debe basarse en políticas que interesen a un segmento de la ciudadanía cada vez más diverso y con más poder.
Hacer que estas políticas sean relevantes para una amplia franja de la población estadounidense es especialmente difícil en un país tan extenso como los Estados Unidos. Las divergencias regionales, la diversidad étnica y racial y la polarización política hacen que las soluciones monolíticas sean poco prácticas. De hecho, las fechorías rusas—incluida la injerencia directa en las elecciones estadounidenses—no son la preocupación generalizada y animada que eran cuando, durante la Guerra Fría, el arsenal nuclear de Moscú constituía una preocupación omnipresente para todo el mundo. Es posible que una competencia a largo plazo entre los Estados Unidos y China pueda servir como causa de unión general, pero el papel de la OTAN en ese escenario es incierto, ya que la opinión pública europea no se siente amenazada militarmente por China.
Por el contrario, es más probable que el compromiso perdurable de los Estados Unidos con la OTAN se garantice mediante una serie de políticas o misiones que reflejen los intereses de seguridad de un público estadounidense cada vez más diverso. Entre ellos debe figurar, sin duda, la disuasión frente a Rusia—que también debe interesar a los europeos—pero igualmente podría ser necesario combatir amenazas no tradicionales, como las pandemias y el cambio climático, que cada vez son más importantes para los ciudadanos más jóvenes.5Harvard Kennedy School Institute of Politics, “Harvard Youth Poll,” 23 de abril de 2020, https://iop.harvard.edu/youth-poll/harvard-youth-poll; El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, pronunció un discurso ante estudiantes universitarios de diez países de la OTAN en un seminario sobre clima y seguridad, en el que subrayó que la OTAN debe poner de su parte para controlar el cambio climático. OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), “Secretary General: NATO Must Help to Curb Climate Change,” 28 de septiembre 2020, https://www.nato.int/cps/en/natohq/news_178372.htm?selectedLocale=en. Sin embargo, los intereses regionales seguirán siendo también una parte importante del rompecabezas.
Al igual que la atención a la seguridad de los aliados europeos ha sido una prerrogativa para generaciones de estadounidenses de linaje europeo—que hasta ahora han dominado el poder político y económico en los Estados Unidos—tiene sentido que los ciudadanos de otros orígenes se vean obligados a preocuparse por la seguridad de sus países de origen. Para la OTAN, esto podría significar un papel más destacado al abordar la seguridad en África o Asia.6Los afroamericanos y los asiáticos representan algo más del 13% y el 6% de la población estadounidense, respectivamente. United States Census Bureau, “QuickFacts,” consultado el 10 de octubre de 2020, https://www.census.gov/quickfacts/fact/table/US/IPE120219. Pero primero, los intereses de la comunidad hispana/latinx7La palabra “Latinx” es un término relativamente nuevo que se utiliza para identificar de forma más inclusiva a la comunidad hispana y latina. “Hispano” se refiere tradicionalmente a una persona de origen hispanohablante, incluso de España, que reside en los Estados Unidos. “Latino” suele denominar a un individuo de origen latinoamericano o caribeño. Para aclarar el confuso solapamiento entre los dos términos y ofrecer una alternativa neutra en cuanto al género, “latinx” se utiliza cada vez más como una alternativa panétnica políticamente correcta, aunque no ha sido ampliamente adoptada. A los fines de este ensayo, se han utilizado hispano y latinx indistintamente o en combinación según lo requiera el material de referencia. Mark Hugo Lopez, Jens Manuel Krogstad, and Jeffrey S. Passel, “Who Is Hispanic?” Pew Research Center, 15 de septiembre de 2020, https://www.pewresearch.org/fact-tank/2020/09/15/who-is-hispanic/. deberían tener prioridad, sobre todo porque la formalización de una relación entre México y la OTAN constituye un objetivo político alcanzable.
Al igual que la atención a la seguridad de los aliados europeos ha sido una prerrogativa para generaciones de estadounidenses de linaje europeo—que hasta ahora han dominado el poder político y económico en los Estados Unidos—tiene sentido que los ciudadanos de otros orígenes se vean obligados a preocuparse por la seguridad de sus países de origen.
Tropas mexicanas desfilando el 16 de septiembre de 2015. (Fuente Wikimedia Commons)
Las tendencias demográficas nacionales en Estados Unidos también apoyan esta lógica. Según el Pew Research Center, la población hispana/latinx de Estados Unidos alcanzó los 60.6 millones en 2019, lo que supone el 18% de la población total de los Estados Unidos.8Luis Noe-Bustamante, Mark Huge Lopez, y Jens Manuel Krogstad, “U.S. Hispanic population surpassed 60 million in 2019, but growth has slowed,” Pew Research Center, 7 de julio de 2020, https://www.pewresearch.org/fact-tank/2020/07/07/u-s-hispanic-population-surpassed-60-million-in-2019-but-growth-has-slowed/. De esa cifra, las personas de origen mexicano representan el 62% de la población latinx total del país, o alrededor de unos 37 millones de personas. Entre 2010 y 2019, la comunidad latinx representó más de la mitad de todo el crecimiento de la población de los Estados Unidos, incluso cuando ese crecimiento ha comenzado a disminuir. En general, los latinx son el segundo grupo étnico más grande del país, detrás de los blancos no hispanos.9Jens Manuel Krogstad and Luis Noe-Bustamante, “Key Facts About U.S. Latinos for National Hispanic Heritage Month,” Pew Research Center, 10 de septiembre de 2020, https://www.pewresearch.org/fact-tank/2020/09/10/key-facts-about-u-s-latinos-for-national-hispanic-heritage-month/; Luis Noe-Bustamante, Mark Hugo Lopez, and Jens Manuel Krogstad, “U.S. Hispanic Population Surpassed 60 Million in 2019, but Growth Has Slowed,” Pew Research Center, 7 de julio 2020, https://www.pewresearch.org/fact-tank/2020/07/07/u-s-hispanic-population-surpassed-60-million-in-2019-but-growth-has-slowed/.
Dado que se prevé que la comunidad hispana/latinx represente el 29% de la población estadounidense en 2050, es preciso tener en cuenta sus opiniones sobre las relaciones internacionales.10Jeffrey S. Passel and D’Vera Cohn, “U.S. Population Projections: 2005-2050,” Pew Research Center, 11 de febrero de 2008, https://www.pewresearch.org/hispanic/2008/02/11/us-population-projections-2005-2050/. Si bien los datos en las encuestas sobre las preferencias de los latinos en materia de política exterior,11Mientras que un estudio de 2019 del Pew Research Center descubrió que una minoría de hispanos cree que los Estados Unidos debería participar activamente en los asuntos mundiales, un informe de 2014 del Chicago Council of Global Affairs observó que las preferencias entre los “blancos” y los latinx eran prácticamente iguales en cuanto al apoyo al liderazgo mundial de los Estados Unidos. Pew Research Center, “Large Majorities in Both Parties Say NATO Is Good for the U.S.,” 2 de abril de 2019, https://www.pewresearch.org/politics/2019/04/02/large-majorities-in-both-parties-say-nato-is-good-for-the-u-s/#views-of-u-s-relationship-with-its-allies; Dina S. Smeltz and Craig Kafura, Latinos Resemble Other Americans in Preferences for US Foreign Policy, Chicago Council of Global Affairs, 2015, https://www.thechicagocouncil.org/sites/default/files/Hispanics%20and%20Foreign%20Policy%20-%20Final.pdf. son limitados y contradictorios, y aún menos sobre las opiniones respecto a la OTAN, anecdóticamente, es una prioridad baja. Sin embargo, un estudio del Chicago Council on Global Affairs de 2014 descubrió “que los hispanoamericanos son más positivos que otros estadounidenses hacia México. En la escala de ‘sentimientos’ de 0 a 100, siendo 100 el más cálido y 50 el neutro, los latinos dan a México una calificación media de 67, frente a una media de 51 entre los no latinos.”12Smeltz y Kafura, Latinos Resemble.
A falta de nuevas investigaciones, se desconoce si el ingreso de México en la OTAN motivaría a la comunidad latinx de los Estados Unidos a convertirse en defensores de la Alianza, pero es una suposición razonable basada en los datos disponibles actualmente y en el sentido común. Incluso un debate sobre dicha posibilidad podría dar a conocer la OTAN a un número significativo de ciudadanos estadounidenses que de otro modo no estarían familiarizados con la Alianza, un resultado beneficioso en sí mismo, y cuyo efecto puede medirse. Para ello, un diálogo estructurado entre la OTAN y México para explorar una base de cooperación constituiría un primer paso positivo.
Si bien la adhesión de México a la OTAN es un proyecto generacional que requiere la alineación de una serie de incentivos políticos y normativos por todas las partes, una asociación formal es posible a corto plazo. Tal perspectiva representa una oportunidad para determinar cómo se verían afectadas las actitudes de los latinx estadounidenses hacia la OTAN, a la vez que proporciona el tiempo necesario para trabajar en los beneficios prácticos de una eventual adhesión tanto para Bruselas como para Ciudad de México.
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Planteando el caso a las capitales aliadas
Aunque el argumento central de este ensayo es que los aliados europeos deberían apoyar una relación formal con México como medio para consolidar el apoyo a largo plazo de los Estados Unidos a la OTAN, el argumento tradicional a favor de la eventual adhesión de México es razonablemente sólido en cuanto a sus fundamentos.
En términos reales y relativos, México aportaría importantes recursos a la Alianza. Luego de haber gastado algo más de 5,000 millones de dólares en defensa en 2019, México se situaría en la mitad superior de los miembros de la OTAN, aunque con un gasto en defensa del 0.5% del PIB, ocuparía el último lugar de la OTAN proporcionalmente.13Marina Pasquali, “Military Expenditure As Percentage of Gross Domestic Product (GDP) in Mexico from 2007 to 2019,” Statista, 15 de junio de 2020, https://www.statista.com/statistics/793995/military-expenditure-share-gdp-mexico/. Sin embargo, el ingreso en la Alianza seguramente estaría condicionado a un aumento del presupuesto de defensa, de modo que los 5,000 millones de dólares de referencia tendrían una ventaja incorporada. Con cerca de 237,000 efectivos en servicio activo, México sería el tercer ejército de la OTAN, por detrás de los Estados Unidos y Turquía, y el ejército y la marina representarían la mayor parte de los efectivos mexicanos.14“Chapter Eight: Latin America and the Caribbean,” Military Balance (2020), 120 (1): 389. Para poner esto en perspectiva, la adhesión de México añadiría más personal militar en servicio activo a las filas de la OTAN que los trece nuevos miembros de la Alianza juntos.
Aún cuando las fuerzas armadas de México tienen capacidades más limitadas que los ejércitos de más alto nivel de la OTAN, sus capacidades parten de un piso alto, beneficiándose de la cooperación bilateral en materia de seguridad con los Estados Unidos. Como explica un estudio del Wilson Center de 2016, “En la última década, las fuerzas armadas mexicanas se han convertido en un ejército fortalecido y más profesional, experto en la guerra de cuarta generación, que opera en todo el espectro del conflicto, desde misiones quirúrgicas de las Fuerzas Especiales de pequeñas unidades hasta las operaciones de estabilidad a nivel de división en áreas comparables en tamaño a Bélgica.”15Iñigo Guevara, A Bond Worth Strengthening: Understanding the Mexican Military and U.S.-Mexican Military
Cooperation, Mexico Institute, Wilson Center, octubre de 2016, https://www.wilsoncenter.org/publication/
bond-worth-strengthening-understanding-the-mexican-military-and-us-mexican-military. Al igual que la mayoría de los nuevos aliados o socios, no se esperaría que México fuese un contribuyente significativo a las misiones de la OTAN de forma inmediata, aunque en teoría, el tamaño y la capacidad de sus fuerzas armadas—que cuentan con un amplio historial de misiones de Ayuda Humanitaria/Apoyo en caso de Catástrofes en todo el mundo—lo hacen capaz de contribuir.16Lt Col Ricardo Reynoso, Mexican Army, “Mexican Humanitarian Assistance System: A Monograph,” School of Advanced Military Studies, United States Army Command and General Staff College, Forth Leavenworth, Kansas, 2016, https://apps.dtic.mil/sti/pdfs/AD1022238.pdf.
Más allá de los argumentos de capacidad, México podría servir como puerta de entrada para una mayor presencia de la OTAN en América Latina, donde la Alianza está ausente fuera de una asociación formal con Colombia. Dada la influencia crítica de Rusia para apuntalar al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y la creciente influencia de China en el Sur Global, un mayor papel de la OTAN en América Latina podría fomentar la promoción de la democracia al tiempo que proporcionaría un efecto disuasorio oportuno, incluyendo la solicitud de Rusia a México para aumentar los acuerdos bilaterales de comercio y seguridad. Además, la incorporación de un tercer país del Pacífico a la Alianza contribuiría a fomentar los vínculos transatlánticos y transpacíficos con vistas a contener a China.
Con el tiempo, la OTAN podría utilizar sus relaciones con México y Colombia para replicar sus otros acuerdos de asociación regional, como el Diálogo del Mediterráneo, con el fin de incluir consultas políticas para compartir información sobre las actividades locales de Rusia y China, y fomentar el apoyo a las políticas sobre 5G, las cadenas de suministro o contrarrestar la desinformación. En tal contexto, el coqueteo de Brasil con la OTAN parecería menos descabellado, y otras posibilidades, como una futura Cuba democrática asociada a la OTAN, serían conceptos alcanzables.
Independientemente de otros beneficios, los aliados europeos querrían tener garantías de que se puede contar con México para apoyar las decisiones relacionadas con la defensa y la disuasión en Europa. Incluso la perspectiva de mantener el compromiso de los Estados Unidos con la causa de la soberanía europea sería menos atractiva si México ejerciera su derecho de veto en medio de una crisis con Rusia, por ejemplo. Si bien estas garantías son difíciles de imaginar en la actualidad, es probable que se puedan conseguir mediante un diálogo a lo largo del tiempo.
Planteando el caso a México
Las largas tensiones entre México y Washington y la renuencia histórica de México a imponerse en los asuntos de seguridad global hacen que la idea de pertenencia de México a una alianza de seguridad liderada por los Estados Unidos sea ostensible.17Anvesh Jain, “Canada, NATO, and the ‘Dumbbell Concept,’” NATO Association of Canada, 17 de mayo de 2019, http://natoassociation.ca/canada-nato-and-the-dumbbell-concept/. Como país sin una amenaza militar tradicional, es poco probable que México necesite la protección del Artículo 5. De hecho, la adhesión a la OTAN podría aumentar los riesgos para la seguridad de México, al requerir compromisos militares en misiones alejadas de sus preocupaciones de seguridad tradicionales, mientras se desvían recursos hacia gastos de defensa y lejos de las necesidades sociales apremiantes.
Sin embargo, una relación formal con la OTAN daría derecho a México a una reforma mejorada del sector de seguridad (RSS)18Marina Caparini, “Security Sector Reform and NATO and EU Enlargements” en SIPRI Yearbook 2003: Armaments, Disarmaments, and International Security (Stockholm: Stockholm International Peace Research Institute, 2003), https://www.sipri.org/yearbook/2003/07. por parte de una organización muy versada en la materia; reforzaría las relaciones comerciales transatlánticas a través de la consolidación de los intereses económicos y de seguridad en conjunto con el Tratado Estados Unidos-México-Canadá (TMEC) y el Acuerdo Global UE-México;19European Union, “Mexico and the EU,” 12 de mayo de 2016, https://eeas.europa.eu/delegations/mexico/14897/mexico-and-eu_en. le permitiría enmarcar una política exterior como un socio aún más cercano en la seguridad de América del Norte tras el TMEC; y subrayaría su estatus como una potencia regional20El secretario de Defensa mexicano, general Salvador Cienfuegos, y el secretario de la Armada mexicana, almirante Vidal Soberón, señalaron la voluntad y el deseo de México de involucrarse más en los asuntos globales en la Conferencia Ministerial de Defensa de América del Norte en 2017. En una llamada bilateral tanto con Cienfuegos como con Soberón, el entonces secretario de Defensa Mattis “elogió el creciente liderazgo de México en la región.” 8 de febrero de 2017, DOD News, https://www.defense.gov/Explore/News/Article/Article/1075465/mattis-mexican-military-leaders-discuss-bilateral-relationship/. creciente y un ejemplo influyente para otros estados latinoamericanos.21David G. Haglund, “Pensando Lo Imposible: Why Mexico Should Be the Next New Member of the North Atlantic Treaty Organization,” Latin American Policy, 14 de octubre de 2010, 1(2): 281.
El más atractivo de estos factores podría ser el prestigio y el estatus que supondría una afiliación a la OTAN. A pesar del enfoque nacionalista del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, éste comparte un objetivo con su predecesor: conseguir un mayor respeto para México en el extranjero. Una asociación formal con la OTAN se alinea perfectamente con las identidades e intereses de México como potencia norteamericana y latinoamericana. México puede acentuar su relación dentro de la comunidad norteamericana, solidificando los renovados lazos con Estados Unidos y Canadá a través del TMEC. Al mismo tiempo, la adhesión reforzaría el papel de México, actualmente implícito, como modelo para otras naciones latinoamericanas, dándole la oportunidad de influir en cualquier ampliación de la presencia de la OTAN en la región.
Una asociación formal con la OTAN se alinea perfectamente con las identidades e intereses de México como potencia norteamericana y latinoamericana.
El presidente Donald J. Trump recibe al presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, el 8 de julio de 2020.
(Fuente: White House Flickr)
A su vez, varios países de la OTAN podrían ofrecer incentivos bilaterales atractivos para la participación de México, incluido el apoyo binacional de los Estados Unidos y Canadá a los sectores policial y judicial de México. La OTAN serviría tanto para institucionalizar como para hacer multilaterales los diálogos existentes con los Estados Unidos en materia de defensa y seguridad, de forma que podría beneficiar a México desde el punto de vista práctico y político (y que podrían ser igualmente bien acogidos por el Congreso y la comunidad política de los Estados Unidos). La OTAN podría también servir como columna vertebral para intensificar los diálogos sobre seguridad con naciones como España y Francia, con las que México ya mantiene sólidos vínculos.
Encontrar el conjunto adecuado de incentivos para los ciudadanos y los políticos mexicanos llevará tiempo, pero hay opciones reales. Una serie de circunscripciones—entre ellas la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y la Secretaría de Marina (SEMAR), que obtendrían recursos adicionales y la capacidad de centrarse en tareas militares más tradicionales en lugar de seguridad interior—podría considerar una relación con la OTAN como una posibilidad atractiva.22Rebecca Bill Chavez, “The Return of Latin America’s Military,” The New York Times Opinion, 14 de Agosto de 2018, https://www.nytimes.com/2018/08/14/opinion/mattis-latin-americas-military.html.
Conclusión
La comunidad política estadounidense se ha centrado en apuntalar el apoyo de los Estados Unidos a la OTAN persuadiendo a los Estados miembros europeos para que aumenten sus contribuciones para equilibrar la carga. La idea de que el aumento del gasto en defensa europeo solucionaría el malestar de Estados Unidos con la OTAN no tiene sentido. De hecho, el debate sobre el reparto de las obligaciones está sirviendo para representar las realidades demográficas subyacentes que están en el origen de la disminución del apoyo estadounidense a la Alianza.
Si bien se supone que el balance de las obligaciones es importante para Trump y sus partidarios, no hay pruebas de que incluso grandes aumentos en el gasto europeo en defensa durante la presidencia de Trump hayan mejorado la posición de la OTAN con el presidente estadounidense o su base política. En lugar de intentar apaciguar a los que no pueden ser apaciguados, la comunidad política estaría mejor servida si encontrara nuevos defensores de la Alianza.
Al discutir esta propuesta con colegas europeos, una réplica común es que la construcción de la relación de la OTAN con México es una distracción de los muchos retos de seguridad que enfrenta Europa. De hecho, pudiera ser la clave para mantener a Estados Unidos en rápida evolución en sintonía con esas mismas preocupaciones. Es comparable a un caso como el de Islandia, cuya importancia estratégica (la geografía) supera otro tipo de contribuciones que pudiera hacer. Para los aliados que dependen de las garantías de seguridad de los Estados Unidos, poco debería importar que México envíe fuerzas a una misión reforzada de Presencia Avanzada si su membresía mantiene a Estados Unidos comprometido con la causa de la soberanía europea.
Si bien la idea de una posible adhesión de México a la OTAN puede parecer improbable, también lo fue en su momento la posibilidad de que los países del Pacto de Varsovia se unieran a la Alianza antes de que las circunstancias intervinieran para hacerlo inevitable. Mientras los Estados Unidos experimenta una dramática agitación política relacionada con el rápido reajuste demográfico, las circunstancias pueden estar conspirando de nuevo para escribir el próximo y sorprendente capítulo de la OTAN.
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Christopher Skaluba es el director de la Iniciativa de Seguridad Transatlántica en el Centro Scowcroft para Estrategia y Seguridad del Atlantic Council. Anteriormente se desempeñó como director principal de Política Europea y de la OTAN en el Despacho de la Secretaría de Defensa.
Gabriela R. A. Doyle es la asistente de programa en la Iniciativa de Seguridad Transatlántica.
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